En el hombre, el desarrollo se manifiesta como crecimiento, maduración y aprendizaje.
Definimos el desarrollo como una variación progresiva de una formación total que se presenta como diferenciación de formaciones parciales, distintas entre sí, entre las que se establece una estructuración creciente y una subordinación funcional.
Así, en el proceso que lleva al ser humano de niño a hombre, se van complejizando las distintas formaciones, permitiendo una adaptación al medio más acabada. Por ejemplo, un adulto enfrenta y resuelve situaciones que a un niño le resultarían excesivas, manteniendo una subordinación funcional, vale decir que cada una de las partes actuantes lo hacen en función de un todo, que no es otro más que el sujeto mismo.